Mercedes 450 SEL 6.9, el súper sedan de los 70
Rolls Royce siempre llevó a gala su lema comercial ‘The best car in the world’, pero lo cierto es que a mediados de los 70, el Silver Shadow no era ni por asomo el mejor automóvil que se podía comprar en términos absolutos de tecnología y calidad de fabricación. Ese automóvil lo fabricó Mercedes y vio la luz en 1975.
Tras siete exitosos años en el mercado, los directivos de Stuttgart dieron el visto bueno a la renovación de su buque insignia, los Clase S de la serie W108/109. Bajo la denominación interna W116, veía la luz el nuevo Clase S en 1972. Su rasgo estético más definitorio era los nuevos juegos de luces frontales en disposición horizontal sustituyendo a los anteriores verticales. El diseño general seguía una línea continuista, con formas rectas, grandes voladizos delanteros y traseros y amplios ventanales que otorgaban una gran visibilidad. En resumen, una imagen sobria pero a la vez impactante.
En un primer momento el nuevo Clase S estaría disponible con motores V8 de gasolina, las versiones 350 SE y 450 SE, a las que se uniría una nueva versión de acceso de seis cilindros, el 280 SE, además de un diésel de cinco cilindros, en el 300 SD, destinado sorpresivamente a los mercados de EEUU y Canadá, y las versiones SEL con carrocería de batalla larga. El 450 SEL ofrecía 225 CV de potencia, nada mal teniendo en cuenta sus rivales inmediatos, no obstante, en Mercedes quedaron muy satisfechos por el resultado que les rindió en el modelo precedente la instalación del motor V8 M100 de 6.3 litros y 250 CV de las limousines 600 W100, un automóvil cuya suntuosa mezcla de deportividad y refinamiento era muy complicado igualar.
Es por es que en 1975 repiten la operación y vuelven a introducir en el catálogo un Clase S con el motor M100, aunque en esta ocasión sería la nueva evolución de esta mecánica, ya con 6.9 litros y 286 CV de potencia. Nacía así el 450 SEL 6.9, siguiendo los pasos realizados en cuanto denominación su antecesor, el 300 SEL 6.3. La colocación de esa cifra numérica en la trasera era la única diferencia estética con el 450 estándar, pero lógicamente, bajo la carrocería había mucho más, sobre todo una suspensión especial neumática que incrementaba el confort y perfeccionaba la manejabilidad del coche. Y es que conducir un monstruo de cinco metros de largo, dos toneladas de peso y que aceleraba de 0 a 100 en 7,4 segundos tenía su miga. Igualmente, unos neumáticos 215 con llantas de 14 pulgadas ayudaban a mantenerlo pegado al asfalto.
Cuando al principio decimos que este Mercedes dejaba en evidencia al Rolls Royce Silver Shadow no sólo nos referimos a sus prestaciones, su equipamiento iba en consonancia: aire acondicionado, cristales especiales térmicos, cierre centralizado, elevalunas eléctricos, limpiafaros delanteros, revestimiento de cuero, cinturones de seguridad delanteros y traseros anti inercia, y como opción el techo corredizo eléctrico y un teléfono Becker At 160 S. Su precio era cercano a los 70.000 marcos de su tiempo, cuando el modelo básico 280 S costaba unos 29.000 y el Mercedes más económico de la gama de entonces, el 200 de la Clase E W114 costaba 19.000 marcos.
Y encima, el coche fue lanzado en plena crisis del petróleo, lo que no fue un impedimento para que la prensa especializada se rindiera ante tan fantástico artilugio de precisión. Entre sus principales rivales estaban el Rolls Royce Silver Shadow o el Jaguar XJ12, en ninguno de los dos casos estaban a su altura. Sólo vehículos muy peculiares y exóticos, como el De Tomaso Deauville con su motor Ford V8, superaban al ‘Super Benz’ en prestaciones, pero se trata de un vehículo peculiar y que técnicamente no se le podía comparar. En EEUU, donde tuvo mucho éxito, se le equiparaba en rendimiento a los extintos muscle cars, de hecho, se ganó el apelativo de ‘Bussinessman Dragster’.
Si se desea ver en acción a este misil vestido de etiqueta, qué mejor que rememorar la persecución de la película de acción ‘Ronin’ de 1998 con Robert De Niro y Jean Reno, donde un 450 SEL 6.9 no tiene problemas en seguir el ritmo de un Audi S8, un coche casi 30 años más moderno.