Citroen a través de sus sistemas de frenado
En los primeros tiempos de la automoción en serie, con velocidades de crucero relativamente bajas, el sistema de frenado de los vehículos no se consideraba como un elemento crítico. De hecho, aún se utilizaban sistemas derivados de los que se usaban en las carrozas, concretamente cables, tirantes y varillas que accionaban zapatas que actuaban sobre las llantas o, en la mejor hipótesis, sobre la transmisión o tambores metálicos. Los automóviles más habituales viajaban a velocidades de entre 30 Km/h y 70 Km/h en carreteras sin obstáculos, y no podían superar los 40 Km/h en muchas vías por la irregularidad del firme y del trazado.
Pero el mundo estaba evolucionando rápidamente y, con él, las carreteras y los vehículos que las recorrían. Citroën dio un vuelco a la situación con el lanzamiento del Traction Avant en 1934, que estrenaba frenos hidráulicos en cada una de sus cuatro ruedas. Además, este automóvil estaba pensado para alcanzar los 140 Km/h (en la versión “22”, presentada en 1934) y era indispensable que pudiese frenar en espacios reducidos, para garantizar la seguridad de sus ocupantes y de los demás usuarios de la vía. Era una cuestión que preocupaba mucho a André Citroën.
Una segunda revolución llegó casi a escondidas: en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, Paul Magès, un técnico que trabajaba como diseñador en el Centro de Estudios Citroën, se propuso revisar el sistema de frenado de los vehículos comerciales. Al poco tiempo, en 1947, Citroën marcaría un antes y un después en este mercado presentando el furgón Tipo H, el primer vehículo comercial moderno que, además de sus características contemporáneas (cabina avanzada, tracción delantera, plano de carga bajo y regular, modularidad, puertas laterales deslizables, etc.) incorporaba un sistema de frenado hidráulico en el que la presión se regulaba en función de la carga, gracias a una válvula situada en las barras de torsión traseras. Esta misma válvula también fue inventada por Paul Magès.
Este genial técnico (que, entre tanto, empezó a desarrollar sus tareas en el equipo de ingenieros de Citroën) volvería a sorprender al mundo sólo siete años más tarde cuando, en octubre de 1955, se presentó el extraordinario Citroën DS 19: el primer automóvil de serie del mundo que adoptó frenos de disco ventilados en el eje delantero (situados concretamente en la salida del diferencial), con calibrado variable de la presión en función de la carga y funcionamiento servoasistido de alta presión.
Cuando en los años 60 la revista italiana Quattroruote decidió experimentar un sistema antibloqueo de control electrónico (según el principio del ABS de Bosch), recurrió a un Citroën DS, un automóvil en el que el 90% de los componentes necesarios ya estaban disponibles de serie.
El extraordinario sistema de frenado de alta presión de Citroën estuvo presente en el lujoso coupé SM y en muchos modelos prestigiosos de Maserati, como el Khamsin, el Bora y el Merak. Como prueba de la excelencia alcanzada por la marca del doble chevrón en sus sistemas de frenado, muchos automóviles de marcas como Rolls-Royce y Bentley han utilizado, desde los años 60 hasta tiempos recientes, fluidos y componentes Citroën, identificados con una placa en el vano motor en la que se podía leer “licencia y patente Citroën”.
En 1970, el Citroën GS, primer automóvil de gama media producido por Citroën, podía presumir de un sistema de alta presión, con dosificación automática de la frenada y cuatro frenos de disco en toda la gama. Eso, en un contexto en el que la mayoría de sus rivales contaban aún con frenos de tambor.
En los años siguientes, la ventaja del doble chevrón sobre los demás fabricantes permitió perfeccionar los sistemas de los vehículos Citroën como el CX25 GTi Turbo, versión del CX con turbocompresor, que superaba con agilidad los 220 Km/h de velocidad máxima y que fue el primer automóvil francés equipado con ABS de serie.
Desde la década de 2000, las normativas sobre homologación de vehículos no permiten el uso de un sistema que se encargue de varias funciones como era el caso en los grandes Citroën hidroneumáticos, en el que el mismo conjunto alimentaba frenos, dirección y suspensiones (en el Citroën DS, además, cambio de marchas y embrague). Pese a ello, Citroën no ha renunciado a perfeccionar los sistemas tradicionales asegurando, en toda su gama, sistemas de frenado eficientes, potentes y resistentes a las condiciones más exigentes.
Actualmente, la tecnología Citroën ofrece funciones de ayuda a la conducción que intervienen automáticamente en los frenos si se detecta un riesgo de colisión.
Un buen ejemplo de estas innovaciones es el Active Safety Brake, un sistema de frenado de emergencia que limita el riesgo de choques. Funciona a partir de 5 Km/h, con objetos fijos, móviles y peatones. Si la persona que conduce no reacciona a las señales de alerta, el sistema frena automáticamente el vehículo.
Otro sistema es el Regulador de Velocidad Activo con función Stop&Go, que detecta el automóvil que le precede y mantiene automáticamente la distancia de seguridad hasta llegar a detener el vehículo, interviniendo sobre el freno y el acelerador, permite volver a ponerse en marcha sin que la persona que conduce tenga que realizar ninguna acción. Regula la velocidad desde los 30 Km/h hasta los 180 Km/h, además de controlar la distancia respecto al vehículo precedente, además de limitar la aceleración en curva.
Finalmente, el sistema Hill Assist Descent es una función de asistencia en descensos que ayuda a mantener el vehículo a una velocidad reducida también en fuertes pendientes. Permite conservar la trayectoria y reducir el riesgo de perder el control de la velocidad. Este dispositivo es capaz de mantener el automóvil a 3 Km/h, garantizando control y seguridad en cualquier situación.