C111, Mercedes revoluciona los años 70
Todas las miradas apuntaban a él cuando se desveló en el Motor Show de Frankfurt de 1969. Los aficionados estaba eufóricos, pues pensaban que Mercedes volvía a la carga con un nuevo superdeportivo muchos años después del formidable 300 SLR, pero desde un principio lo dejaron muy claro: el C111 era un prototipo experimental cuyo único objetivo era probar soluciones técnicas aplicables a los modelos de producción regular.
No obstante, su línea baja, sus puertas de alas dre gaviota y su llamativo color anaranjado metalizado, que Mercedes denominó ‘Rosé’, lo hacían muy atractivo e invitaba a soñar
La verdadera razón de la existencia del C111 estaba en su interior, pues en su vano motor, situado en la parte trasera del coche, latía una mecánica del tipo Wankel o rotativo con tres rotores que erogaban 280 CV.
Un año después, en el Motor Show de Ginebra se presentó una nueva variante, el C111/II, más evolucionado que y con un motor también tipo Wankel con cuatro rotores que en esta ocasión le hacían llegar a los 350 CV. Finalmente, el proyecto quedó clausurado ante la inminente amenaza de la crisis del petróleo que se avecinaba.
En 1976, como si del Ave Fénix se tratara, Mercedes saca de su letargo de nuevo al C111, en esta ocasión bajo la denominación C111/III, equipado con un motor diésel sobrealimentado de cinco cilindros proveniente del Clase S 300 SD, y no con el viejo motor rotativo.
Con este prototipo la marca batiría en el circuito de Nardó en Italia el récord de velocidad para automóviles diésel.
Pero aún faltaba más. El C111/IV, fue el último de la saga. Era el más tradicional de los cuatro, equipando una versión potenciada del motor de gasolina V8 de 4,5 litros del 450 SE.
Durante su vida, este automóvil de excepción jamás pisó las calles y pasó su existencia entre los stands de losas importantes eventos del motor del mundo y las pistas de velocidad. Ni siquiera el hecho de que el mismísimo actor Paul Newman estuviera altamente interesado en adquirir uno importó a Mercedes, que desechó educadamente la sugerencia del astro de Hollywood, un gran apasionado de los coches y las carreras.
Medio siglo después, sigue siendo un coche que levanta pasiones y cuenta con legiones de aficionados con veneran como esa especie de criatura mítica que se le considera.