Peugeot 404, 60 años de vocación universal
Hay pocos Peugeot que ejemplifiquen tan bien de manera tan clara la filosofía que siempre ha caracterizado a la marca. Líneas atractivas sin grandes pretensiones, que básicamente transmiten sobriedad y elegancia, con capacidad de gustar a casi todo el mundo. Lo mismo en el apartado técnico. Mientras en aquellos tiempos la gran rival de Peugeot, Citroen –sí, eran empresas rivales entonces-, tiró la casa por la ventana con el célebre DS, Peugeot unos años después hizo la competencia con un coche que era la antítesis de la DioSa: nada de grandes innovaciones, todo muy conservador, todo muy bien realizado, pero tecnología ya probada y de sobra conocida. La sencillez por encima de todo. Y no les fue nada mal, pues el 404 resultó todo un éxito comercial que se exportó –y fabricó- en todos los continentes.
Al igual que pasó con su antecesor, el 403, un coche con también muy buena acogida –sí, el que llevaba el detective Colombo-, el diseño del 404 corrió a cargo de Pininfarina, que apostó por un estilo muy de su tiempo, los faros redondos prominentes y las colas traseras. De hecho, era muy similar a otros automóviles coetáneos y de su directa competencia: los Fiat 1800/2100 y los Morris Oxford y Austin Cambridge, también realizados por el mismo diseñador, de hecho, es complicado de lejos distinguirlos… Y es que los grandes diseñadores son muy dados a estas cosas –ya prepararemos un artículo sobre ello porque casos hay unos pocos-.
El 404 estaba disponible mecánicamente con motor de cuatro cilindros de 1.6 litros, primero de 72 CV con carburador y más tarde con 85 cuando recibió el sistema de inyección Kuggelfisher. También disponía de dos opciones diésel, un 1.8 de 55 CV y un 1.9 de 68 CV. Su condición de coche universal no sólo se ceñía a su gran difusión, sino también a que estaba disponible con cinco tipos de carrocería, el sedán de cuatro puertas estándar, el familiar y una versión pick up muy empleada para el trabajo en entornos rurales. Eso sin olvidar las preciosas variantes descapotable y coupé, por supuesto con el sello de Pininfarina. Curiosamente, primero se realizó el descapotable y luego el coupé cuando lo normal es que sea al revés. El 404 Coupé era un automóvil espléndido y de gran belleza gracias a sus líneas de Pininfarina, que le conferían un gran parecido al exclusivo Ferrari 250 GTE.
De aspecto atractivo, de fabricación robusta, mecánicamente muy fiable y agradable de conducir, el 404 fue un coche muy exitoso. Peugeot lo fabricó también en Kenia y Argentina. Desde Tánger a Ciudad de El Cabo, es uno de los coches más populares del continente africano. Y lo mismo se puede decir de Latinoamérica, donde era muy empleado como taxi. Aunque sin duda, la compañía de taxis que más popularizó el 404 fue la G7 de París con sus coches negro y rojo.
Pese a ser un automóvil con un aspecto y vocación muy burguesa y tranquila, el 404 se reveló como un excelente coche de rally. En 1963 obtenía su primera victoria en el East African Safari con el polaco Nick Nowiki al volante, gesta que repetiría en 1965 el británico Ian Jaffray. Entre 1966 y 1968, el Rally Safari fue territorio 404. Y es que el idilio del 404 y África es especial.
Para conmemorar su 60º Aniversario, Peugeot le ha dedicado un stand en Retromobile París. Y es que pocos coches han tenido una vocación tan universal como el 404, que goza con aficionados a lo largo y ancho del mundo aún a día de hoy.