Porsche 911 Carrera RS 2.7, conexión emocional entre carretera y circuito
En 1972 Porsche decidió resucitar el nombre Carrera para una versión del 911 y como la última vez que se usó fue en una versión del 356, era lógico que el modelo resultante fuese un Porsche de gran nivel. El resultado fue un 911 de calle pero derivable fácilmente hacia un modelo de competición, de hecho, uno de los objetivos fue fabricar más de 500 para homologarlo en la categoría de Gran Turismo.
En el apartado mecánico se recurrió al clásico ‘flat six’ de la marca con 2.7 litros de cilindrada y dotado de inyección mecánica para erogar 210 CV. Si a esto se le añade un peso de 960 kilos, se obtiene un vehículo capaz de alcanzar sin problema los 240 Km/h. De este modo nació el 911 Carrera Renn Sport -RS- 2.7, uno de los grandes mitos de la marca de Stuttgart.
Cabe reseñar que en función del uso que iba a hacer de él su propietario, se podían elegir tres niveles de equipamiento. El primero de ellos era una versión muy simplificada cuyo objetivo era satisfacer los requisitos mínimos para su homologación y se denominada RS H, por Homologation. Sólo se vendieron 17 unidades. La siguiente opción se denominaba M471 -su referencia en el catálogo- o RS Sport. Se trataba igualmente de un modelo con la consiguiente homologación para las carreras, pero tenía unas mínimas concesiones al confort con vistas a su uso por carreteras convencionales, como tratamiento anticorrosivo en sus llantas, moquetas, mínimo aislamiento acústico, paneles en las puertas, moquetas, ventanillas descendentes y asientos envolventes Reccaro. Finalmente se encontraba la opción más solicitada, el RS Touring -turismo- u opción M472, adaptado a su uso por la calle y que contaba con el mismo equipamiento en su interior que el Carrera 2.4. Todos los Carrera RS 2.7 eran fácilmente distinguibles exteriormente por lucir en la parte baja de sus flancos el logo ‘Carrera’ pintado del mismo color que las llantas y el clásico alerón de ‘Cola de Pato’.
De la calle al circuito
Todo aquel conductor privado que a mitad de la década de los 70 quisiera tomar parte en alguna competición de la época y, más concretamente en las 24 Horas de Le Mans, tenía una opción realmente viable, el Porsche 911 Carrera RSR de 1973, automóvil que sublimó el concepto ‘Carreras Cliente’.
Finalizada la temporada de 1972, el cambio de la normativa dejó obsoleto al todopoderoso Porsche 917 que tantas alegrías había dado a la firma de Stuttgart. Construir un nuevo coche era en estos momentos inviable puesto que las nuevas normas favorecían claramente a los equipos con experiencia en la Fórmula 1, como era el caso de Ferrari, Matra y las formaciones inglesas que corrían con mecánicas Cosworth DVF derivadas de la categoría reina.
Afortunadamente para Porsche, un nuevo campeonato para coches de Gran Turismo fue creado y los de Stuttgart enfocaron todos sus esfuerzos a esta nueva modalidad para vehículos con reglamentación FIA Grupo 4
Tomando como base el 911 Carrera 2.7 RS, su motor fue modificado hasta cubicar los 2.8 litros, erogando la friolera de 280 CV de potencia, 100 CV de potencia específica. todos sus componentes fueron sustituidos por piezas especiales para la competición incluyendo un equipo de frenos de disco proveniente del 917, todo fuere para parar con toda seguridad al 911 más potente fabricado hasta la fecha.
El Carrera RSR 2.8 debutó en las 24 Horas de Daytona de 1973. El gran favorito sin duda era el Ferrari 365 GTB/4 Competizione, con un motor el doble de grande que el del Porsche, pero lo cierto es que el matagigantes de Stuttgart no sólo logró batir en dicha prueba a los de Maranello, también a los rápidos Corvette en su propia casa. Incluso llegó a superar a algunos prototipos. Las 12 Horas de Sebring y la Targa Florio fueron también un éxito, así como las carreras del Mundial de Gran Turismo, donde Porsche impuso su RSR 2.8 en seis de las nueve citas que componían dicho campeonato. Un año más tarde, el RSR 2.8 evolucionó al RSR 3.0, pero ésa es ya otra historia.
Evolución natural
El Porsche 911 Carrera RS 3.0 de 1974 fue en su día el máximo exponente de lo que debía ser un Porsche de competición de aspiración atmosférica, combinando todo lo aprendido con su exitoso antecesor, el Carrera RS 2.7, y con el 917, el monstruo con el que la firma de Stuttgart se colocó en la vanguardia de la competición automovilística de la resistencia.
Desarrollado a partir del 911 que ganó la Targa Florio de 1973, los ingenieros ampliaron la capacidad del motor hasta los tres litros, obteniéndose una potencia estándar de 230 CV. Tras las llantas Fuchs de 15 pulgadas se escondían los frenos de discos perforados del propio 917. La mayoría de los elementos de la carrocería eran de fibra de vidrio y destacan la nueva toma de aire delantera y el gran alerón trasero.
En una prueba para la prestigiosa revista ‘Road & Track’, el piloto y periodista belga Paul Fréré destacó su excelente calidad de fabricación, sus prestaciones y su manejabilidad. Porsche sólo construyó 55 unidades del RS 3.0 y la mayoría sirvieron bien a sus propietarios en las carreras de Grupo 3. Sólo unos pocos usuarios los emplearon como coches de calles, destacando especialmente al prestigioso músico y director de orquesta alemán Herbert Von Karajan, que poseyó uno en color rojo.